Caminado Sobre la Nieve

Pasado

Llevaba sólo dos días en Invernalia y escribir en el diario, por la noche, tras mirar al menos un par de veces por la ventana hacia la oscuridad, se había convertido en tradición.

El diario era un libro compuesto por una serie de pergaminos tintados de color blanco y recortados con sumo cuidado por algún maestre o septón. En la esquina superior izquierda de cada hoja tenía el escudo Stark, dibujado a mano a petición de su padre, quien se lo había regalado cuando era pequeña y estaba encuadernado en cuero negro.

Cogió la pluma gris, pero antes de escribir nada, pasó las hojas hacia atrás y leyó...


Levantó la vista del texto, escrito con la letra muy marcada, típica de un niño pequeño. En el año 272 tenía sólo ocho años y se dedicaba a jugar con sus primos, todos mayores que ella.

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Avanzó un poco en el libro, hasta un par de años más tarde. "Este cuaderno puede tener unos mil papiros, me llevará horas leer sobre mi propia vida, estoy segura de que he olvidado muchas de las cosas que hay escritas aquí". De forma aleatoria eligió otra página.


La divirtió la lectura de su pasado y decidió que escribiría otro día, cuando tuviese algo más interesante que contar, después de todo aquél había sido un día aburrido.

Miró a través de la ventana de su habitación una vez más. No se veía nada, era bien entrada la noche. Agachó la cabeza y comenzó a escribir:



Levantó la pluma y contempló la vela que iluminaba la estancia con una luz tenue, invernal. "Debería seguir descansando, tengo la sensación de que esta semana va a estar llena de emociones". Volvió a desvestirse, como había hecho unas horas antes, después de conversar con su tía, se metió en la cama y durmió hasta el alba del día siguiente.

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Llegó de la cena muy cansada, pero se decidió a garabatear algo en su diario. Abrió por una hoja en blanco, justo después de la que había escrito dos días antes.

Había pasado una semana sin que escribiese nada en su diario. Se sintió mal, tenía que llevarlo al día, por su padre, que se lo había regalado. Por los hijos que tuviera, que supieran de su pasado, no como le ocurrió a ella, que sólo sabía de la historia de su madre por lo que le contaban sus familiares.

Escribió más emocionada que nunca. Ese día estaba eufórica.

Como cada noche, tras mirar por la ventana hacia la oscuridad, cogió su pluma gris y...

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Un día más se encontró ante su diario. Se estaba tomando una copa de vino mientras escribía, a la vez que observaba el oscuro cielo de la noche, que sabía que estaba cubierto de nubes, que descargaban en ese momento una copiosa nevada.

La luz de la vela que la ayudaba a escribir dejaba ver algún que otro copo por la ventana. Se alegraba de ver de nuevo la Nieve en Invernalia, algo que siempre recordaba como bueno y, aunque "Se Acerca el Invierno" era su lema, en ese momento, no había otra cosa que deseara más.

Mojó la pluma en tinta y escribió:



Leyó sus palabras y quedó conforme. Acabó el vino y se fue a dormir. La coronación de su tío se acercaba y necesitaba estar descansada para cuando llegase el momento.

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Como cada noche, se acercó a la mesa que había junto a la ventana y miró a través de ella. Esa noche hacía más frío que nunca.

... Se acerca el Invierno. -pensó

Cogió su pluma gris y comenzó a escribir.


Cuando acabó una sonrisa se dibujó en su cara. Estaba feliz. Los acontecimientos de ese día habían sido memorables.

No había podido coger el diario cuando se fue con León a la posada para pasar la tercera noche de viaje, pero memorizó cada una de las palabras que escribiría en él cuando se encontrase con su tía unos días más tarde.

Así que, cuando pudo escribir, cinco días después de haber dejado Invernalia, cuando por fin se encontró con su tía, escribió todo lo que había memorizado durante el camino. Cogió su pluma gris y su diario y...

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Añadió, aquella misma noche, en la cual había llegado a Altojardín todo lo acontecido ese día en una página más. Sentada en un sillón con una rosa dorada en su respaldo sobre fondo verde hierba y frente a un escritorio de madera de roble, miró a través de la ventana más cercana pero no vio la luna, no vio las estrellas, su mirada se posó en los maravillosos jardines destacados en luz blanca.